Timidez, errores y conformismo en la batalla del Emirates

En el ocaso del año pero recién a mitad de temporada, en Inglaterra comienzan a verse las cosas bastante claras. Entre candidatos, sorpresas y decepciones, aparecían dos equipos con realidades diferentes pero con las mismas necesidades: ganar. El Emirates Stadium albergó una verdadera batalla entre Arsenal y Liverpool, un conjunto bastante limitado en cuanto a resultados y otro un poco corto de ideas pero líder al fin. A grueso modo puedo afirmar que los gunners no supieron ganar el partido y que los reds no quisieron llevarse el triunfo. Ni la dudosa expulsión de Adebayor, ni la patética dupla central de los locales le dieron ánimos al puntero para buscar alejarse aún más de sus perseguidores. Fue un encuentro de locura.

Wenger alineaba a su mejor once buscando repetir el resultado ante el United y el Chelsea. De nuevo Gallas y Djorou en la zaga, claves para el desarrollo del encuentro, con Denilson como volante derecho, más Song en el medio junto a Fabregas, y también Nasri por izquierda. Sin Rafa Benítez en el banco, Liverpool salía con una formación pensando en el control y el toque más que en el arco rival. Insúa le ganaba el duelo a Aurelio y Dossena sobre el lateral zurdo. Lucas, Alonso y Gerrard se repartían el mediocampo. A su lado, Kuyt y Riera, y como referencia ofensiva, Robbie Keane.

Las bandas serian la clave de la primera etapa. El juego pasaba constantemente por los pies de los extremos. Sagna se proyectaba, casi sin resistencia por parte de un nulo Riera, y un Insúa más preocupado por el desborde que por la marca. Mientras Cesc aportaba la calma, Nasri era la explosión. El juego por el centro brillaba por su ausencia. De mitad del campo para adelante, el Arsenal mostraba la iniciativa y el Liverpool atinaba a contraatacar. Justamente el hombre menos participativo del partido apareció en la mejor jugada del encuentro. Con una precisión digna de cirujano, el galo Nasri impulsó un excelente pase largo que encontró final en Robin Van Persie. El Nº 11 hizo todo bien: control, amague y remate, tres movimientos instantáneos para vencer a Reina. Carragher y Agger solo atinaron a observar el excelente gol del holandés. Premio a la insistencia, recompensa para el que más había buscado. 1 a 0 y partido controlado.

Quien diría que un inofensivo pelotazo pudiera hacer reaccionar al conjunto visitante. Cuando más complicado se encontraba el líder, cuando no hallaba las soluciones, apareció el goleador Keane. Agger lanzó un pelotazo desde su área. La ineptitud de Galas y Djorou le permitieron al ex Tottenham fusilar a un indefenso Almunia. De la manera menos pensada el Liverpool encontraba el empate. La zaga gunner, vestida de rojo y blanco como Santa Claus, adelantaba el regalo navideño para los reds entregando un gol en bandeja. Robbie se vengaba de aquella chance desperdiciada a comienzos del encuentro. Liverpool ya conocía el talón de Aquiles de Wenger y su equipo. Entre el desconcierto y el pitado final, la primera parte acababa con buenas sensaciones para la visita y con Fabregas retirándose entre dolor y lágrimas. El emblema ya no seguiría en el campo.

En la segunda etapa, los roles se invirtieron y las falencias de ambos conjuntos salieron a la luz. Tras la dudosa y tonta expulsión del goleador Adebayor, el Liverpool tomó un incomodo rol de protagonista, mientras que los locales debieron aplicar la cautela y la calma para no sufrir otra sorpresa. El equipo red no entendió el cambio de roles como debía. El Arsenal debió entonces aplicar conceptos fuera del diccionario Wenger: marca y presión. Como en tantos partidos, al Liverpool se le complicaron las cosas cuando su rival se echó para atrás. El papel de actor principal le pesó mucho a un equipo bastante tibio y muy apagado en el complemento. El prometedor lateral Insúa aportó la explosión por la banda izquierda. Gerrard inquietó siempre cerca de Keane, factor más que molesto para una defensa tambaleante. Pero los merecimientos no te dan de comer, y mucho menos te hacen ganar un partido.

El empate a uno fue entonces el resultado final, por más que los intentos de El Zhar o Ngog le dieran un poco de emoción al partido, fuera de las continuas faltas y amarillas por doquier. Ambos equipos sin dudas deberán replantearse varios asuntos. El Arsenal volvió a demostrar su falta de recambio, y de la manera que sufre cuando pierde a sus estandartes. Diaby entró muy bien en el partido, por la izquierda, lo que obliga a Samir a cambiar de banda, y por ende hacerlo desaparecer de las acciones. Denilson fue otro que cambio totalmente tras el entretiempo, pasando de la banda hacia el centro, su posición natural. Mientras que por el otro lado, a Liverpool le sigue faltando esa chispa en la delantera, la que sin dudas aporta Torres con su presencia. Hay que tener en cuenta que los infantiles errores de los centrales gunners no se encuentran en cualquier equipo, por lo que el Liverpool deberá sin dudas ajustar estos detalles si es que quiere levantar el trofeo de liga después de tantos años...