El vecino aguafiestas

El destino o el mismo azar quisieron que en una misma semana veamos dos alucinantes e imperdibles derbis de Merseyside. Desde el comienzo de la temporada, uno puede darse cuenta a que aspiran ambos equipos. Mientras el Liverpool, tras los buenos resultados obtenidos, busca coronarse campeón de la Liga, el Everton lucha por un puesto en las copas europeas, además de hacer un buen papel a nivel local. Pero, estando presente ante una rivalidad tan grande como añeja, es entendible que las aficiones de ambos clubes desean cualquier tipo de desgracia o fracaso deportivo para su máximo rival. El Everton sin dudas ha sido una piedra en el zapato de Benítez y de todos los reds, que han visto a los toffees darles más de un dolor de cabeza, y en menos de siete días…

Llegaba el lunes, el atrapante partido final de la jornada 22º. La amenaza llamada Manchester United había conseguido un triunfo importante y agónico visitando el Bolton el pasado sábado. Toda la presión recaía en Benítez y compañía, quienes debían vencer en el derby para no perderle pisada a los dirigidos por Ferguson. El partido entonces comenzaba con la típica lucha e incertidumbre que refleja cualquier derby: perder no es una opción valida, y en el caso de Liverpool, empatar tampoco. Tras una primera parte bastante tensa y con situaciones, Gerrard, abría el marcador con un remate made in Steven, marca registrada del ocho red. A pesar del dominio local, Benítez decidió cambiar nombres de manera muy defensiva. Quien diría que el entrenador español pagaría muy caro su conformismo, cuando el mejor jugador de la plantilla del Everton, Mikel Arteta, impulsó un centro preciso y letal para que Tim Cahill pusiera el asunto en tablas. Menos de cinco minutos para el final, y el equipo local veía hecha añicos la chance de ser único puntero: igualdad de puntos con los Red Devils, aunque con un partido más. Everton lograba la primera parte de su cometido.

Otra vez Anfield era el escenario para que el anfitrión aplicara la doble V: vendetta y victoria. Cuarta ronda de FA Cup, posibilidad de oro para reivindicarse y dejar a los toffees fuera de las competiciones locales. Benítez no especulaba y sacaba al campo mayoría de titulares, mientras que David Moyes alineaba un once alternativo, bastante conservador. La primera parte fue un monologo red, con centros llovidos y situaciones de gol por doquier en las cercanías de Tim Howard. Pero el Everton tuvo 100% de efectividad, ya que la única chance clara que tuvo fue aprovechada por Lescott, empujando el balón de cabeza ante la mirada de los estáticos defensas. Otra vez tiempo de remontar. Suerte para Liverpool que contaban entre sus filas con Fernando Torres, que inventó una asistencia galáctica y otra vez con Gerrard, quien fue el definidor. El empate le daba una pizca de justicia al marcador. Ni las continuas llegadas ni los cambios de jugadores le dieron a los locales la ansiada y merecida victoria. Todo acabó en empate, y por ende replay, otro partido más en la ajustada agenda del club beatle quien suma otro encuentro a los de la Premier y los choques de Champions ante el Madrid.

El vecino aguafiestas de Goodison se vistió de villano. Liverpool aún busca el rumbo que lo lleve a conseguir la tan codiciada Premier League.