La tristeza de un campeón

Por estas horas, la gran noticia del fútbol europeo pasa por Francia, más precisamente en la Ligue 1. Tras una temporada de mucho nivel y 38 emocionantes jornadas, el Girondins de Burdeos acabó definitivamente con la monarquía del Lyon al consagrarse campeón. Muchos equipos estuvieron cerca de llevarse el titulo, desde el Marsella hasta el Rennes, pasando por el PSG, Lille, Toulouse, entre otros, aunque fue el gran conjunto dirigido por Laurent Blanc quien acabó festejando. Tras el triunfo por la minima –no si antes sufrir- visitando al Caen, el Girondins gritó campeón luego de 10 largos años de espera. El único gol del encuentro lo marcó el mediopunta Yoann Gouffran, quién no festejó su tanto y fue aplaudido por todo el estadio cuando le tocó ser sustituido. La victoria provocó una euforia incomparable en todo el plantel, algunos sin poder comprender su enorme logro, aunque el autor del tanto no se unió a esos festejos. Tenía motivos de sobra, esta es su historia…

La pequeña comunidad de Caen lloró nuevamente el descenso de su equipo. Y las paradojas de la vida decretaron que un hijo prodigo de la institución como el mencionado Yoann fuese el culpable. Un servidor tiene la manía de encariñarse con jugadores ‘‘poco convencionales’’ –Voronin, Olic, Pedersen, entre otros- y Gouffran es uno de ellos. Descubrí a este joven atacante cuando aún jugaba en la Ligue 2, en las filas del equipo azul y rojo. Comenzó su carrera futbolística en el año 2003, y tan solo un año más tarde fue parte del plantel que consiguió el ascenso. La ilusión de este humilde club no duró mucho, al igual que su permanencia en el futbol grande de Francia. A pesar de bajar un año después, el Caen logró llegar a la final de la copa de su país en 2005, cayendo ante un histórico como el Racing de Estrasburgo. Los vaivenes del club continuaron, aunque en la temporada 2006/2007, con Gouffran como la gran figura del equipo, el equipo volvió a primera, consagrando a Yoann como el mejor jugador de segunda división. Su ascendente carrera y su excelente momento fueron motivos de sobra para que el Burdeos lo fiche en junio de 2008, cumpliendo su sueño de jugar en un equipo importante de Francia y abandonando el club que lo vio nacer tras cinco años con la irregularidad como premisa.

Esta noche, el Girondins sabía que con sólo un punto el titulo estaba asegurado. El Marsella hizo su trabajo y goleó al Rennes, pero no le alcanzó para llegar a la cima del campeonato. En Caen, el partido era malo, y el conjunto local amenazaba al rey aspirante con continuos ataques sin éxito. A comienzos de la segunda parte, una genialidad de Gourcuff –quien finalmente se quedará en el club- acabó sentenciando el encuentro, con una jugada que llegó a los pies de Tremoulinas, quien centró perfectamente para que Gouffran marque de cabeza. El mediopunta llevó sus manos a la cabeza, con una expresión de sorpresa y desazón, claramente sufriendo su gol entre la alegría de sus compañeros. Gouffran nunca imaginó que tras la goleada del Saint Etienne, el club de sus amores bajaría nuevamente segunda. El pitido final desató la locura en las tribunas, y consecuentemente en el equipo campeón, con figuras como el portero Ramé, Jurietti, Alou Diarra, Gourcuff y Chamakh, dirigidos por un histórico como Laurent Blanc, quien ratificó su buen debut la temporada pasada con un flamante titulo de Liga.

Entre la locura y la euforia, pudimos ver a Gouffran consolando uno por uno a sus ex compañeros, un gran gesto de agradecimiento hacia la institución que lo vio dar sus primeros pasos. Los hinchas locales le recordaron su paso por el club con una digna ovación. Para Le Petit Prince, como solían llamarle en Caen, este día será recordado como la alegría más triste de toda su carrera.