Newcastle United o la caída del gigante ingles

Hoy se ha escrito otra nefasta página en la historia en la Premier League. El Villa Park y sus casi 43.000 espectadores –entre ellos, muchos magpies- presenciaron uno de los momentos más negros que les ha tocado vivir a uno de los grandes clubes en Inglaterra. El golazo de Gibson en el Kingston Comms abrió un halo de esperanza para el conjunto norteño, quien hasta ese momento igualaba sin goles visitando al Aston Villa. Por momentos, el alivio se hacía presente en el puñado de hinchas del Newcastle. Un sentimiento que duró tan sólo escasos minutos, cuando en una desafortunada jugada –que resume en cierto punto la temporada del equipo- el rebote del balón en Damien Duff acabó venciendo a Harper y decretando la ventaja local. Los tigres del Hull jamás pudieron remontar su partido, al igual que un desordenado Newcastle que buscó de cualquier forma ese milagroso gol que los dejase en primera. Nunca sucedió, uno de los conjuntos más populares de las islas descendió a la Championship, consumando una serie de factores que repercutieron en el equipo de la peor manera posible.

Muchas excusas y pretextos podrían utilizarse para justificar esta ‘‘catástrofe’’, pero queda claro que no sólo la paupérrima temporada a nivel de resultados ha terminado de sentenciar a este conjunto. A nivel estadístico, 11 empates, 17 derrotas y solamente siete triunfos en 38 encuentros. A nivel de juego, se podría decir que equipos como Sunderland e incluso West Brom –sin ánimos de ofender- realizaron ‘‘mejor futbol’’ que las urracas esta temporada. Pero por encima de cualquier análisis o enumeraciones, el Newcastle ha tenido dos gravísimos inconvenientes que claramente los han privado de cualquier posibilidad de permanencia en el futbol de alto nivel. El primero y más notoria, la baja forma de sus jugadores, buenos en cuanto a nombre y pobres en cuanto a juego y colectividad. Nombres de la talla de Martins, Owen (ya no es el de Liverpool), Jonás Gutiérrez, Butt, Lövenkrands, Coloccini, entre otros, nunca demostraron el valor de sus apellidos a lo largo de toda la 08/09, a pesar de que es muy difícil rendir en buen nivel cuando los problemas extrafutbolísticas son la prioridad.

El otro, y aún más preocupante, es la descarada actitud de los directivos del Newcastle ante la situación de su equipo. Mediante la ausencia del mítico entrenador Joe Kinnear por enfermedad, ejecutaron un ‘‘plan’’ perfecto para evitar cualquier tipo de cuestionamiento ante un hipotético pero probable descenso de categoría. Repatriaron a una leyenda viva del club y ex entrenador, Alan Shearer, tildándolo de salvador e ilusionando a una las hinchadas más acérrimas del futbol ingles, sabiendo que sería casi imposible que los fans criticaran a uno de los hombres que marcaron una época en el equipo. Finalmente, un club que venía caminando por la cuerda floja hacía varias temporadas terminó cayendo al precipicio. Si tanto sólo el empate en Villa Park hubiese sido posible, no estaríamos hablando sobre este tema, aunque otra vez hinchas, jugadores y directivos volverían a engañarse a si mismos ante la nefasta situación que atraviesa el club hace ya varios años.

Será difícil aceptarlo, ver a la Toon Army con un promedio de concurrencia de 50.000 personas por fecha jugando en segunda. Pero como indicaban los cánticos y banderas, la fiel e incondicional afición magpie estará con ellos hasta el final de los días, soñando con el ansiado regreso a los primeros planos, por parte de uno de los clubes símbolo del futbol ingles.